Gatti y Asociados

lunes, 23 de noviembre de 2009

326 - Puertas Adentro

326 – Puertas Adentro es un nuevo y pequeñísimo restaurante a puertas cerradas de cocina internacional. Queda en Moreno 326, a una cuadra de la Avenida Centenario y en pleno San Isidro. Esta frente al Registro Civil, entre las calles Alsina y Diego Palma y a 3 cuadras del Hipódromo de San Isidro.


Hace no mucho tiempo, un amigo del Club 300 me contó que en un primer piso frente al Registro Civil de San Isidro se escondía un restaurante a puertas cerradas que merecía aparecer en el blog. Me hizo referencia de una excelente cocina, su único horario de sábado por la noche y una interesante atención personalizada; resaltando en la exclusividad del lugar y convenciéndome que en nada se parece a algunos de los insultantes restaurantes a puertas cerradas que los dos tuvimos la desgracia de conocer por Palermo. Me envió por mail la pagina Web del lugar y, luego de echarle un vistazo, llame al teléfono que aparecía listado reservando una mesa para dos a las 9 y media de la noche. Mi amigo no quiso sugerirme ningún plato y solo se limito a acrecentar la expectativa diciendo:
-- “Disfrutalo porque estos lugares se encuentran pocas veces en Buenos Aires y va a ser, durante varios años, el único restaurante a puertas cerradas que realmente deslumbre al comensal”.


El sábado pasado, apenas pasadas las nueve y media de la noche logramos encontrar un lugar para estacionar sobre Moreno, relativamente cerca del lugar ante la gran concurrencia de autos debido a los edificios de departamentos y la cercanía con la avenida Centenario. Una sugestiva luz dicroica sobre el umbral de una pared de ladrillos indicaba la numeración 326, mostrando una sutil indicación debajo del botón del timbre. No pasaron 20 segundos cuando nos abrió la puerta una señorita joven y muy sonriente, invitándonos a pasar y subir por una oscura escalera alumbrada con infinidad de velas en los escalones, creando una atmósfera sumamente agradable y jovial. Mientras subíamos, la curiosidad mezclada con el suave aroma a vainilla de las velas hacía que uno acelere el paso. Al entrar nos encontramos con que el restaurante consistía en 5 mesas para 2 personas (10 cubiertos), repartidas en 2 ambientes de un departamento IMPECABLEMENTE reciclado. Por el momento una sola mesa estaba ocupada y la señorita nos invito a sentarnos donde gustáramos. Elegimos la mesa al lado de la bodega y cerca de la ventana, sin hablar entre nosotros ante la sorpresa de encontrarnos en un lugar inesperadamente novedoso para estar en Buenos Aires. Ya en nuestra mesa, se nos comentó que que la carta de vinos la encontraríamos sobre la pequeña bodega detrás nuestro, donde debíamos acercarnos, seleccionar nosotros mismos el vino y retirarlo del reposo. También nos indico que el menú se encontraba dentro de la pequeña caja de madera sobre la mesa. Acto seguido, la señorita se alejo son un sonrisa y aires de misterio, dejándonos descubrir de que se trataba 326 – Puertas Adentro.


Inmediatamente fue abierta la cajita de madera y tomamos todas las tarjetas que se encontraban en su interior. Cada una indicaba, de forma ordenada y separada, las entradas, platos principales y los postres; finalizando en una sola tarjeta que incluía todas las bebidas. Debo admitir que era la primera vez que me encontraba ante una carta desglosada en tal forma y la verdad que me pareció divertida, ingeniosa y novedosa; pero lo mejor de todo era su utilidad ya que generaba rapidez y decisión al cliente. La oferta gastronómica de 326 – Puertas Adentro es de escueto pero acertado contenido, fundándose en 4 entradas donde predominan los frutos de mar y 4 platos principales que versan en las mas solicitadas materias primas (carne, pescado, vegetales crudos y cocidos). Pastas no hay. Nos decidimos por las milanesitas de mozzarella con coulis de tomate y morrón como entrada. De plato principal, Ella pidió una Ensalada Cesar con Pollo y yo las BBQ Ribs con papas rellenas. Para tomar dos aguas.


Al terminar de hacer el pedido, el pequeño restaurante había llegado al máximo de su capacidad, con un suave murmullo en el ambiente de los comensales ya sentados en sus mesas.


326 – Puertas Adentro es tal cual se muestra en las fotos de su página Web. El ambiente busca la intimidad entre las mesas frente a una iluminación con grandes spots regulados en tenue luz de justa intensidad. Las paredes de un claro anaranjado acentúan la calidez del lugar junto a la magistral fotografía que las decora. El detalle que se funda con la imagen del lugar es la patina ocre de las mesas y sillas junto al largo individual de esterilla compartido por los comensales en sus platos; es este conjunto (con el hecho de que la vela sobre la mesa no encandila) el que logra la simbiosis entre el ambiente y el cliente. La preparación de la mesa es sumamente elegante e invita a ser descubierta: es el plato del pan el que descansa sobre una servilleta esculpida, coronado por las copas y acompañado por la cajita del menú y el agradable farolito a vela. A mi me resulto gratificante la preparación de la mesa, ya que busca algo novedoso pero hecho con muchísima clase y sentido común. Se nos acercó a la mesa una panera y un dip de queso blanco con lo que parecía ser hojas picadas de puerro. Este dip era intensamente gustoso y genero un peligroso incremento en el apetito, junto con unos pancitos ovales bien calientes para mitigar la espera.


A todo esto, las ventanas abiertas generaban una perfecta y circulante ventilación, asistida por el hecho de ser ambientes relativamente pequeños.


La entrada fue mayor a nuestra expectativa, siendo varios los triángulos de Mozarella en un rebozado liviano y seco, junto a un coulis suave de especias pero intenso en el tomate que solamente de vista se asemejaba al pico de gallo mexicano. También notamos que presentaba una especia diferente que dilataba las fosas nasales como el alcanfor pero no incidía en el sabor. Esta entrada puede ser compartida inclusive entre tres personas para picar ya que permite la conversación a la misma vez que su degustación.


Los platos principales llegaron de manos del chef, ataviado galantemente en su uniforme de cocina, el cual nos saludo cortésmente e indico los platos mientras los servía. La Ensalada César con Pollo era de gran tamaño y se presentada en un gran plato circular. La misma mostraba la salsa característica pero con ciertas diferencias, las cuales lograban que la persona no se empalague con el constante sabor ni se sienta satisfecha al poco tiempo (como pasa en la mayoría de este tipo de ensaladas). La especias no eran intensas pero presentes, y junto con los croutons, puede llegar a decirse que es una de las mas ricas (y livianas) que hemos probado. El queso apena se notaba en su intensidad y el pollo de la ensalada era simple pero seleccionado minuciosamente antes de ser incluido en la alquimia, ya que los cortes eran firmes y rectos. Quisiera resaltar que el gran tamaño de la ensalada no es grotesco como en otros casos, sino de tamaño generoso; no busca ser abundante, sino entregarle al cliente un poco mas del elemento elegido sin incentivar al derroche o a la gula. Por otro lado, mis BBQ Ribs llegaron a una alta temperatura, pinceladas en una salsa de barbacoa que distaba de ser liquida y bien adherida a las costillas, producto de ser incluida con tiempo y no al final de la cocción. La carne de las Ribs no se deshilachaba ni lograba ser cortada con el tenedor, mostrando que SI era carne pero no maleable, conservano el espíritu norteamericano de la comida. Las papas rellenas… estas son las papas rellenas mas ricas que probé hasta ahora, por lejos. Si, son más ricas que las de Kansas, muchísimo más ricas. Son de menor tamaño a lo que uno esta acostumbrado y el plato incluye 2. La cocción es justa, rellenas de un queso acido especiado sumamente sabroso que en la cima se encuentra gratinado, un poco de panceta laminada y sin ser necesariamente un acompañamiento salado. Este plato puede compartirse tranquilamente entre dos personas, por su tamaño, el diseño del plato y la lograda satisfacción final.


Luego de haber terminado, decidimos no pedir postre, con la condición de volver y probar la brochette de frutos frescos con fondue de chocolate.


Como podría ser el baño en un restaurante de 10 cubiertos???!!! Eso se los dejo a ustedes para que los descubran. Van a estar encantados al ver como hicieron de un pequeñísimo baño, algo perfecto.


Jamás imaginamos que íbamos a encontrarnos con un restaurante de impecable cocina, con una calidad en sus platos ideal para los más exigentes sibaritas y fundido en una atención personalizada que solo puede encontrarse en un restaurante a puertas cerradas. Nosotros esperábamos el cliché del restaurante exclusivo, con platos de medio pelo, carta de vinos con precios exorbitantes y una intento fallido de ser “top”; la verdad que nos encontramos con una realidad completamente diferente. La combinación de alta cocina internacional junto a atención de excelencia en un ambiente logrado (y con buen criterio!), nota que sus dueños realmente se esfuerzan al máximo en su desempeño. La dedicación empleada desde que entra el cliente al lugar y la satisfacción de sus rostros al ver que el comensal disfruta de su comida, logra que uno sepa que saben de su trabajo. Puede llegar a decirse que este restaurante es el sueño de sus dueños hecho realidad. Ojo! No hay que olvidar que este restaurante no es un lugar de “comida caserita”, sino de auténtica cocina internacional.


326 – Puertas Adentro es, a mi criterio, uno de los 5 mejores restaurantes de todo Zona Norte… y con solo 10 cubiertos.


Precio? $93 el total.


Datos utiles: Teléfono 15-6356-5724 http://www.moreno326.blogspot.com/
Solo abre los sábados por la noche con previa reservación.





fotos by https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi6ZcFUlJYAYvlNXSIpuo9xXR6N4qUv6fx0Y_UeOOcEUAhwI-I8VO-_pnXsRsiLFMeGaZElUCkuH55EejX5tvGlcB6SzWKhHq1wtiBt68oqIh0272RvpWOfNCaIjVZx1WLzvSxb-XArVkU/s1600-h/bar+cuadro+y+mesa+5.JPG



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lunes, 16 de noviembre de 2009

Club Nautico San Isidro - Restaurante Central

El Restaurante Central del Club Náutico San Isidro se encuentra dentro del edificio principal del Club. La entrada es en Mitre 1999, Bajo de San Isidro. Esta calle es la continuación de Primera Junta, bordea el puerto de San Isidro, la terminal de la línea 168 de colectivos y el destacamento de Prefectura.


Ayer domingo decidí cumplir con la promesa de llevar a un muy buen amigo a conocer el mejor revuelto de gramajo que probé hasta ahora, en el Restaurante Central del Club Náutico San Isidro. Hacía ya mucho tiempo de que le había contado –con mucha algarabía– de este espectacular revuelto de gramajo y la nobleza obligaba a cumplir.


Lo pase a buscar por La Lucila a eso de las 9 de la noche y note que él no recordaba el destino, lo cual hizo que se sorprenda cuando cruzábamos el puente de acceso al Club que cruza el arroyo Sarandí. Siendo domingo y habiendo una gran concurrencia de socios, estacionamos frente a las oficinas de Yachting y desde allí nos dispusimos a caminar hacia el edificio central. Si bien la náutica a vela lo había acercado muchas veces a conocer el Náutico, él nunca había entrado al restaurante, lo cual presentaba una ventaja frente a la novedad que genera la primera visita. Al entrar nos recibió un mozo, me saludo por mi nombre y nos indico que la única mesa que quedaba disponible era frente a la barra y al lado del bow window, completando la capacidad del lugar con nuestra presencia. Rápidamente sentados a la mesa, le indiqué al mozo que esta vez no necesitábamos ver la carta y que la orden era 2 revueltos de gramajo, uno bien babée y otro normal. Para tomar dos aguas con gas. Hecho el pedido, se retiró el mozo raudamente para abrir las puertas de la cocina de par en par, perdiéndose en los destellos del acero inoxidable que provenía de la cocina.


--“Tiene una onda parecida al restaurante del Boating Club”, me comento, “pero se diferencia con el estilo náutico y deportivo en todos los detalles del lugar”.
La razón del comentario era la iluminación de las pantallas de tela en los veladores, la decoración y la amplitud de entre las mesas. El Restaurante Central tiene una ambientación netamente náutica y elegante, con maquetas de barcos y veleros clásicos en las vitrinas, viejos trofeos bien lustrados recordando glorias de actuales y de antaño, columnas circulares blancas las cuales las rodea una larga soga marinera, y el inmenso timón de rueda en la entrada. El techo tapizado de cortas vigas verticales de madera barnizada, una amplia barra y el bow window en el extremo. A esto hay que agregarle la conocida iluminación en veladores con pantallas amarillas y la impecable mantelería presentada en las mesas. Todos estos detalles generan un ambiente sumamente cálido, en donde uno siempre puede perder la vista en algún cuadro que muestra el diseño de una embarcación, o simplemente contemplar algún velero silencioso que se aleja por la oscura desembocadura del arroyo Sarandi. La mesa presentada de manera perfecta (como siempre), con el detalle del individual de tela entre el mantel y el plato; el pequeño plato para pan y su respectivo cubierto en el lugar correcto y la exquisita panera con pancitos calientes acompañados por un dip de queso blanco bien liviano. La única crítica a la presentación es que las servilletas son sintéticas y no de algodón, un simple detalle que a mí siempre me consta. Si bien el lugar llega a ser ruidoso cuando llega al máximo de su capacidad, esta vez solo se sentía un suave murmullo debido al inminente lunes que se avecinaba; podían verse familias caminando por el pasto y gente dejando el lugar. Le comenté que antiguamente la concesión era de la madre de los conocidos Hermanos Petersen, la cual siempre cuidaba de la calidad de los platos y velaba por su superación. Se nota que logró transmitir esa habitualidad a sus hijos, hoy encargados de llevar adelante el lugar. Ellos decidieron innovar en la carta con propuestas nuevas (y a veces excesivamente audaces), logrando la increíble aceptación de los todos los socios; me atrevo a decir que cualquier plato que reza la carta no va a defraudar al comensal. El Restaurante Central del Club Náutico San Isidro es EL lugar ideal para una cena de negocios.


Le pregunté su opinión del lugar y fue su primer comentario la comodidad que sentía, como los mozos sabían atender a los clientes (mayoritariamente habitués) y la acertada decoración deportiva
--“El lugar perfecto para un sportsman”, dijo confiado. No podría estar más de acuerdo.


Llegaron los revueltos de gramajo en unos interesantes platos cuadrados. La altura del revuelto hizo que sus ojos se abrieran en gran tamaño mientras el mozo los servía con confianza, quedando sin palabras frente al plato durante unos largos segundos. El revuelto de gramajo de este restaurante es de papas pay bien crocantes, finas y muy largas, haciendo que se entrecrucen entre ellas para poder darle forma (y mucha altura) al contenido del plato. Se le agrega jamón cocido en innumerables tiras que fueron salteadas previamente, siendo otro elemento crocante en la cuestión. El huevo cumple el requerimiento del estado demandado por el comensal, respetando la decisión babée o clásica, tal cual como cuando uno pide la carne “a punto” o cocida; inclusive podía verse como se escurría la yema entre esas saetas doradas entrecruzadas entre sí, informando que el huevo fue incluido en la alquimia hace instantes. La temperatura? Como es de esperar de una preparación finalizada hace instantes: peligrosamente caliente. La pimienta agregada por el chef es ínfima, algo de lo que el mozo ya esta al tanto y la ofrece ni bien entrega los platos al mantel. Este revuelto de gramajo es simple y dejando de lado las conjeturas ante la perfección del primer bocado… este revuelto de gramajo es PERFECTO, no necesita de otros ingredientes y la verdad que uno se olvida de ellos.


Pude ver como el plato era devorado por aquel que siempre pregonó por la ingestión lenta y sus virtudes, algo sumamente controversial ante el hehco de disfrutó de una gran comida sin importar por la velocidad implicada.. Esto es común en los primerizos afortunados de probar este plato del restaurante... y ya preocupa si no se cumple.


--“ Efectivamente este es el revuelto de gramajo mas rico que probé en toda mi vida… jamás creí que probaría un revuelto más rico que el del balneario Charly en Miramar… pésimo que no estamos tomando un vino con esta delicia… esto es fuera de serie… que pasara si se le pone foie grass?… quedo muy mal si me pido uno para llevar?… pensé que me estabas verseando… tenias razón… ¿¿¿¡¡¡cuando volvemos???!!!”.
Estos fueron algunos comentarios que hizo al finalizar (o mejor dicho, aniquilar) el plato, mientras conocía el agua por primera vez desde que se sentó. El no había quedado con hambre, sino que estaba siendo arrebatado por una gula inmensa la cual pude sofocar a tiempo.


Quedamos hablando de donde era que uno podía encontrar las comidas clásicas en su máximo esplendor, como el revuelto que acababa de probar, quedando anotados dichos comentarios en mi “libreta de obligaciones gastronómicas” que me guía en mis próximas visitas.


Me ofreció llamar al mozo para conocer la carta de postres, pero lo induje a que lo dejemos de lado. La razón? En el auto tenia unos cupcakes que hace mi amiga Graciela de SWEET SINS CUPCAKES. Ella había pasado por casa al mediodía y me dejo una elegantísima caja llena de cupcakes para que pruebe. Si bien conozco sus creaciones, me es irresistible dejar de lado la propuesta de conocer sus nuevas recetas, especialmente cuando estuve todo el día postergando el momento y controlando que ninguna mano intrusa intentara quebrar su lacre. Los cupcakes eran de naranja, lemon pie y menta con chocolate; dos de cada uno que fueron disfrutados en las reposeras que dan al río mientras veíamos los veleros volver de una larga jornada deportiva, inmejorable forma para terminar la cena.


(Nota del Autor) Para ir a cenar el Restaurante Central del Club Náutico San Isidro es necesario ser socio o ingresar como invitado sin cargo al restaurante los días de semana. Los fines de semana también se puede ingresar como invitado de un socio pero pagando un muy elevado precio por la entrada. Créanme que la cena en este restaurante lo vale.


El precio? $86 de precio final en el ticket


Datos Útiles:
* Club Náutico San Isidro Tel. 4732-0600
http://www.cnsi.org.ar/
* Sweet Sins Cupcakes Tel. 15-6731-2808
http://www.sweetsinscupcakes.blogspot.com/




fotos by http://www.cnsi.org.ar/nuevo/Fotogaleria/galeriacc.asp?idFoto=1460&grupo=amaneceres_am



fotos by http://www.cnsi.org.ar/nuevo/Fotogaleria/galeriacc.asp?idFoto=1476&grupo=amaneceres_am


fotos by http://www.cnsi.org.ar/nuevo/Fotogaleria/galeriacc.asp?idFoto=1471&grupo=amaneceres_am

lunes, 2 de noviembre de 2009

El Altillo

El Altillo es una vieja y clásica pizzería de barrio que queda en Avenida del Libertador 17.000, San Isidro; justo en la intersección con la calle España y a media cuadra del Colegio Marín.


Fue el semáforo en colorado de España y Avenida del Libertador, en comunión con el sofocante calor del jueves pasado, los que me hicieron recordar aquella pizza a la piedra que tanto me gustaba de chico. Cabe también incluir el hecho de que el exceso de obligaciones laborales me tenían hace ya mucho tiempo al margen de la gastronomía nocturna y era hora de volver a escribir una nueva crítica en el blog. Dicho y hecho, fue en esa calurosa noche de jueves que estacionamos sobre España, a media cuadra de Libertador, para comer aquella pizza que de muy chico supe recomendar como: “la mas rica del mundo!”. Al entrar por esa vieja puerta de la esquina notamos que había lugar en la planta baja, pero las insistentes ganas de sentarme otra vez en esa bancada de madera del entrepiso hicieron que Ella me diera el gusto, tomando la estrecha escalera para terminar justo arriba de la cocina y sobre el mostrador. Felizmente sentado en esa bancada y sonriendo como un niño que acaba de ser consentido, se acerco lo que parecía ser un mozo y preparo la mesa de fórmica blanca, nos acerco el menú y se alejo para dejarnos deliberar.


Rápidamente y sin vueltas nos decidimos por una pizza “divertida” para romper con nuestro cliché (muzzarela y jamón) y elegimos la pizza “El Altillo” tamaño grande que rezaba: muzzarela, salsa de tomate, jamón, morrón, huevo, palmitos y orégano. Para tomar una Coca Cola de litro y medio. Hecho el pedido y ya solos, fue inevitable empezar a relacionar las historias del pasado con esta vieja pizzería y como nada había cambiado con el tiempo. La iluminación amarilla, la madera oscura de los tabiques, las paredes blancas onduladas, el ambiente, el olor al orégano… solo faltaba ver entrar a mis abuelos y sentarse en esa mesa de la ventana para cenar pollo al ajillo; o mis primos corriendo entre las mesas y subiendo las escaleras a toda velocidad… lo suficiente para que se me ponga la piel de gallina.


Mientras el restaurante comenzaba a llenar su capacidad, llegó nuestra pizza a la mesa, sin cortar y sobre una gruesa tabla de nylon blanca. Muzzarela, jamón, morrones, palmitos, huevo y quien sabe que más; una pizza “divertida”, llena de colores y de masa crujiente a simple vista. Esta fina masa tiene la cantidad justa de levadura para que no contamine el sabor del resto de los ingredientes. Estos ingredientes no eran nada del otro mundo… salvo el queso, piedra fundamental de una buena pizza, elemento clave en esta cuestión. El queso de El Altillo no es el queso al cual estamos todos acostumbrados. Este queso tiene una textura diferente, símil a un brie ya pasado en tiempo pero con la sensación áspera en la boca de un manchego joven. Si bien este queso muestra ser maleable en alta temperatura, no se deshilacha como la clásica muzzarela, tiene un color muchísimo más blanquecino y lo mejor de todo: no es grasoso. Esta falta de grasitud se nota en la masa ya que la misma permanece seca y crujiente en todo momento (aun en frío). Pero qué pasa con le queso cuando la pizza comienza a enfriarse a temperatura ambiente? La contextura comienza a parecerse al del queso fundido mixto a 21º pero sin ser duro, con un sabor que se hace aún más sutil, muy parecido al de un camembert de poco renombre y recién salido de su reposo. Podrán estar pensando en como puede ser que el queso de una pizza pueda llegar a “cambiar” tanto y en cada paso improvisar una mejoría sin dejar de lado la propia esencia de una simple pizza; les sugiero que lo prueben por ustedes mismos. La pizza de El Altillo es una experiencia que pocos conocen y muchos quisieran encontrar. Les recuerdo que esta pizza no es el sabor que uno encuentra sobre la calle Corrientes de Capital Federal ni en ninguna cadena de pizzerías conocida, es algo diferente, otro tipo de masa (grosor, cocción, tipo de harina) “gourmet” como dirían las revistas de la actualidad.


El Altillo presenta alta cocina aplicada en pizzas en un ambiente que supera por poco al de una fonda o bodegón. No se dejen intimidar por los cubiertos envueltos en la bolsita plástica o los individuales de papel, ya que en esas mesas de fórmica blanca uno encuentra una nueva y diferente experiencia gastronómica. De postre? Cruzan la vereda y esta la Heladería Piove (si, de aquí tiene su receta la Heladería Piave de Pinamar), combinación perfecta para terminar la cena.


El precio? $63 habiendo pedido la pizza grande más cara del menú y una sola bebida para compartir de litro y medio.


Datos Útiles: teléfono 4743-0990 http://www.elaltillopizzas.com.ar/