Gatti y Asociados

miércoles, 30 de diciembre de 2009

Balance 2009

Si bien el blog no ha cumplido un año desde su creación, el staff de Cenar en Buenos Aires ha decidido presentar a sus lectores un escueto balance del año 2009. A continuación encontraran algunas explicaciones ante las preguntas que nos llegaron vía email a cenarenbuenosaires@hotmail.com.


Como bien se indica debajo del titulo, Cenar en Buenos Aires es un blog de críticas gastronómicas enfocado en la Zona Norte del Gran Buenos Aires; quedando comprendidos los barrios de Vicente López, San Isidro, San Fernando y Tigre, adjuntando también el corredor de la Autopista Panamericana (tanto ramal Pilar como ramal Escobar).


El objetivo es publicar sobre la mejor cocina que logramos encontrar, sin importar que la excelencia se encuentre en fondas y bodegones o reconocidos restaurantes a la carta. El condicionante es que el precio final debe ser acorde a lo ofrecido, tomando en cuenta la calidad, presentación, atención, ambientación, higiene, ubicación y satisfacción general del cliente luego de haber pagado.


Nuestra intención NO es perjudicar al restaurante ni causar mal alguno. Es por eso que, de los 42 restaurantes visitados, 21 fueron publicados y solo 20 cumplieron con las expectativas recién mencionadas.


Durante el mes de enero no habrá publicaciones ni actualizaciones, es por eso que les deseamos a todos un muy feliz año nuevo y lo mejor para este 2010.


Atte.


El Staff de Cenar en Buenos Aires

jueves, 24 de diciembre de 2009

La Calle de los Naranjos

La Calle de los Naranjos es un restaurante de interesante cocina de autor que se encuentra sobre 25 de Mayo 272, pleno casco histórico de San Isidro y a 2 cuadras de la Catedral (Avenida del Libertador al 16300)


Anoche fue la primera vez que cenaba en un restaurante sobre la calle 25 de Mayo y fue gracias a la sugerencia de un amigo que descubrí la oferta gastronómica de este transitado sector de San Isidro. Acostumbrado al caos automovilístico durante el día (Tribunales de San Isidro, Centro Comercial, etc.) y el retraso en tiempo que presenta circular por sus atestadas calles, fue sumamente agradable encontrar lugar para estacionar en donde yo quisiera, inclusive sobre 25 de Mayo y frente a la puerta del restaurante. Realmente increíble! Y sin trapitos a la vista! Mejor imposible, así que ni se preocupen por donde estacionar ya que hay lugar de sobra para todo el mundo. Es así como nos bajamos del auto en la entrada de La Calle de los Naranjos (todavía sigo asombrado) y fuimos recibidos por una simpatiquísima moza que nos abrió la importante puerta de madera vidriada y nos ofreció la mesa que gustásemos para disfrutar de la cena, eligiendo por nuestra parte la que estaba junto a la ventana que da a la calle.


Ya cómodamente instalados y disfrutando del aire acondicionado del lugar (recordaran el calor y la humedad de anoche), se nos alcanzó unas simples y rudimentarias cartas que nos indicaban la oferta gastronómica de La Calle de los Naranjos. Pescados y carne dirigían la escasa variedad de platos, junto a las entradas y la carta de vinos que se encontraba anexada al menú principal. La verdad es que no sabíamos mucho de este restaurante y no sabíamos ni de sus especialidades ni de sus críticas. Igualmente no nos tomó mucho tiempo decidirnos ante los únicos cinco platos disponibles, optando por la Trucha con salsa de oporto, el lomo con anís y la ensalada caprese para compartir (aparece en las entradas). Para tomar se eligió agua para ambos.


Hecho el pedido y disfrutando del magnífico dip de pepinos con salsa tártara agridulce (muy parecida al aderezo para ensaladas alemán marca Khüne Salat Fix), comenzamos a notar lo relajante que es el ambiente de este restaurante, empezando por las viejas y cómodas sillas que estaban dispuestas para todas las mesas de forma alternada. La mesa, bien grande, alta y galantemente preparada con un largo individual de color bordo que se compartía entre los comensales, suave al tacto y estimulante a la vista. Notamos que las copas eran bajas y hacían juego con el plato para el pan (de vidrio transparente) en simple armonía, para que no acaparen ni dificulten la vista entre los comensales. El ambiente en sí esta preparado con inteligencia, lástima que la iluminación es débil y no lo demuestra; quizás con algunas velas u otro tipo de spots se podría mostrar como, los violetas y azules, logran fundirse de manera asombrosa con los individuales de las mesas, los ocres de las sillas y el grueso piso de madera… ni hablar de cómo la gran pared azul del extremo norte incorpora con maestría sus dos cuadros psicodélicos, generando luz en donde no la hay.


Acabado el dip de pepinos, se acercó la moza con nuestros tres platos, tomándonos por sorpresa ante la elaborada presentación de la comida. La trucha con salsa de oporto se encontraba cubierta de champignones junto al soufflé de papas. Al degustarla, fue una bendición sentir como esta salsa frutal no incidía en absoluto con el sabor del pescado de río lacustre, simplemente lo acompañaba evitando el exceso de uva, realmente espectacular. Los champignones acompañaban con su sutil sabor, mientras que el soufflé brindaba frescura y renovación constante frente a los sabores del pescado y la uva; se podía notar como poco a poco el soufflé perdía altura al enfriarse, mostrando su difícil y correcta elaboración. La trucha era fresca, obviamente con su respectiva grasa debido a ser de criadero, perfectamente cocida en su punto justo (y en el momento), sin roturas ni trazas de carne desligadas corroborando el experimentado criterio del chef. Por otro lado, mi lomo con anís era soñado. Sabía que me había arriesgado al pedir un plato con anís ya que, si el chef no conoce las propiedades de la semilla, termina contaminando la carne y quedando como resultado un perfecto lomo con sabor a golosinas DRF. En este caso el plato resulto ser victorioso, con un lomo bien a punto, cubierto de semillas tostadas de anís que habían perdido su intensidad con el calor y su cocción (aplausos!); las mismas le daban una costra crujiente y sabrosa, ideal para sentir un sabor novedoso y diferente en la carne que ya todos conocemos. Junto con la carne, una delicadísima cebolla dulce envuelta en panceta, acompañando de maravillas (quizás una mas en el plato seria genial) a una papa cocida al horno y decorada con una ramilla carbonizada de romero... impecable! Finalmente la ensalada caprese, generosa en tamaño, aportaba frescura con su albahaca, tomates secos, cherry y criollos; pero sus mozzarellas estaba viejas, grasosas, y degranables, presentadas en fetas grotescas y cortadas sin interés; este queso era muy parecida al cilindro de mozzarella La Serenísima que se vende en los supermercados para hacer pizza… una ensalada para olvidar y borrar del menú (para siempre).


Luego de haber terminado los paltos principales y disfrutando de la noche, solicitamos la carta de postres, decidiéndonos por el Volcán de Dulce de Leche y el Brulée de Limón. El volcán hizo que me arrepintiera de mi brulée, al ver como el dulce de leche caliente afloraba hirviente ante la primera embestida de la cuchara. Este volcán tenía una masa húmeda pero consistente, como la de un hotcake americano, tanto por forma como textura y sabor. Se acompañaba por una pequeña porción de crema chantilly coronada con crocantes de banana seca. Mi brulée de limón era de un sabor exquisito, con su caramelo sin quemar y en perfecta comunión con su suave acidez. Quizás el brulée se encontraba batido o revuelto en exceso, ya que su textura parecía mas a natillas. Igualmente estaba delicioso y acido en su punto justo.


Este restaurante presenta una cocina de muy buen nivel y para recomendar, pero con tres contradicciones en su desempeño que no logro entender: 1) La calidad de la comida muestra una dedicación por parte del chef que supera a gran cantidad de restaurantes conocidos, con platos de más de $57, en un ambiente logrado con dedicación y clásico diseño ribereño… pero presentados al comensal en cartas confeccionadas con simples fotocopias (mal hechas e inclusive con exceso de tóner!!!) encarpetadas, como si estuviéramos en alguna parrillita de verano en la intersección de la ruta 2 con la 63. 2) La ensalada caprese: no se entiende como se puede pasar de la compleja y perfecta combinación de carne con semillas de anís a las impresentables mozzarellas de la ensalada; hubiera preferido que dicho plato no se estuviera disponible, sentí que me estaban tomando el pelo. 3) En la entrada del restaurante dice COCKTAILS, pero no se ofrece ninguno.


La Calle de los Naranjos es un muy buen restaurante para recomendar, con una locación privilegiada y cómoda, su atención se destaca y sus platos logran deslumbrar al comensal. Ideal para ir en pareja (especialmente las recien formadas) o en grupos de mujeres, este restaurante esconde una fuerte dedicación e interés que pocos restaurantes ribereños aún conservan.


El Precio? Caro, pero lo vale: $192 en total. Se ordenó 1 entrada, 2 platos principales y 2 postres. Bebidas simples.


Datos útiles: teléfono 4747-6619, previa reserva telefónica obligatoria.




http://daytripper.fmrockandpop.com/files/2009/02/2009_febrero_day_tripper_la_calle_de_los_naranjos.jpg



http://www.revistatigris.com.ar/09_agosto/tigris_19.pdf

martes, 15 de diciembre de 2009

Open Pilar

Open Pilar es un restaurante de una variada cocina de autor que se encuentra en el kilómetro 49,5 de la Panamericana Ramal Pilar, sentido a Capital Federal y dentro del Edificio Concord; justamente entre el Hotel Sheraton y el Hipermercado Jumbo.


Eran ya las 10 y media de la noche cuando la idea de cenar afuera surgió dos puentes antes de llegar al Hotel Sheraton, mientras recordábamos que ya habían pasado 3 semanas desde la última publicación en el blog y que los 5 restaurantes que habíamos visitado desde entonces no merecían un artículo. Así fue como llegamos al Edificio Concord, estacionando en el primer lugar libre que encontramos, justo frente a la puerta del restaurante Open Pilar. La verdad es que no sabíamos de la existencia de este restaurante, ni tampoco de la variada oferta de locales gastronómicos del Edificio Concord; siempre fuimos a los restaurantes del edificio Bureau Pilar, del otro lado de la Panamericana. Al estacionar notamos que es un lugar conflictivo para dejar el auto dada gran concurrencia de gente y el poco espacio físico para dejarlo; esto genera un leve caos que se extiende por varias cuadras. Dejando de lado la calle, entramos en este espacioso restaurante y se nos acerco un mozo ofreciéndonos una cómoda mesa para dos, junto a la gran vidriera que daba a la calle, dando de la sensación de que no hubiera límite entre el interior y el exterior.


Apenas sentados, recibimos cada uno nuestras respectivas cartas, descubriendo que estábamos en un restaurante en donde la oferta gastronómica es variada; grata noticia cuando uno llega a un restaurante en donde no sabe muy bien lo que le espera. Entradas frías y calientes, sándwiches variados (algo completamente inesperado), ensaladas, pastas e importantes platos principales, todo perfectamente diseñado en una armoniosa carta de fácil lectura. Nuevamente estuvimos largo rato eligiendo, comentando los nombres y la variedad de sabores propuestos por Open Pilar. De entrada nos decidimos por compartir la mozzarella apanada con salsa de tomate y de plato principal resultó ser la misma elección para cada uno: 2 Ensaladas César con salmón ahumado. Para tomar agua sin gas y una coca cola.


Retirado el mozo con nuestra orden y mientras disfrutábamos de la pequeña cazuela de pollo en escabeche para acompañar el pan, notamos la simpleza de la mesa y su presentación: Se disponían, desde un principio, todos los cubiertos necesarios para la cena, desde la cuchara del postre hasta los cubiertos para la entrada y el plato principal (algo poco común), un plato para el pan de un tamaño mas grande que lo normal junto a la servilleta descansando sobre el mismo. El color anaranjado de los individuales cortaba con el color blanco del ambiente, dejando dos atmósferas a contemplar. Podrán ver que la mesa no es algo fuera de serie, salvo la novedad de presentar todos los cubiertos de la cena en una misma sesión. En lo personal, la cuchara del postre me pareció en desacuerdo con la mesa, pero si el restaurante decide presentar todos los cubiertos en una sola oportunidad, decididamente no puede olvidar dicho cubierto. Open Pilar presenta un gran sensación de espacio, producto de la gran altura del techo y la suave temperatura del aire acondicionado, algo agradable y de suma comodidad, especialmente ante el diseño de ubicación de mesas interesantemente dispuestas, de diferentes formas y tamaños para adaptarse a la situación de reunión deseada por los comensales; como por ejemplo parejas, familias, grupos de amigos, eventos, etc, quebrando con el clásico “mar de mesitas” cuadradas y mostrando diferentes ambientes simplemente organizados en formas y tamaños. En una esquina del restaurante se puede ver que la pared esta tapizada por vinos en reposo, a modo de bodega en exhibición, algo muy de moda hoy en día. La oscuridad que muestra la gran bodega se acompaña por las cortinas.


Habiendo terminado el escabeche, el galante mozo se acercó con las mozzarellas. Estas se presentaban en dos unidades de gran tamaño, sobre lechugas moradas y junto al dip de tomate. A simple vista uno nota que el rebozado no esta hecho por un chef amateur y que fue preparada recientemente, conservando obligatoriamente su alta temperatura por largo rato y sin dejar de lado la consistencia del queso. El dip de tomate es algo realmente para recomendar: el balance del tomate procesado en crudo esta en perfecta armonía con su acidez, se nota su picado a máquina pero no altera su forma. A nuestro gusto requería de bastante más sal (…o mejor glutamato monosódico). Esta entrada fue realmente acertada e ideal para abrir el apetito.


Acto seguido, nos acercaron las Ensaladas César con Salmón Ahumado. Nos hemos acostumbrado a Ensaladas César de tamaños exorbitantes y en Open Pilar este no es el caso (por suerte). Las mismas se encontraban cada una en un interesante bowl con forma de hoja de ombú, recipiente perfecto tanto para la ensalada como para la vista, dejando dos sentidos en plena satisfacción. La lechuga era variada en corte como en especie y sobre ella estaba el salmón ahumado en forma de pequeños rolls (o mejor dicho geishas) en unas 5 unidades. Junto a la ensalada se encontraba la salsa César para que el comensal pueda decidir la intensidad del sabor a su propia discreción; también se nos acercó aceite de oliva y aceto balsámico. La salsa César era algo demasiada espesa pero de un sabor categóricamente acertado, sin grumos y sin excesos de agua. Igualmente nos vimos obligados a agregar una mínima cantidad de oliva para alivianar la intensidad del sabor. El salmón ahumado era FRESCO, de excelente calidad; esto muestra que en Open Pilar se cuida la cadena de frío de los alimentos; considero que el envase del salmón fue abierto específicamente para nosotros (y no guardado hace varios días como pasa en la mayoría de las veces). La carne del pescado no mostraba variaciones de color ni alteraciones en su textura, dejándonos disfrutar de la cena sin sentir desconfianza por el estado de la comida.


A todo esto, la atención en este restaurante fue excelente.
-- “Estos son los mozos que realmente saben como tratar al cliente, saben asesorar y ayudan a que la velada sea tranquila”, dijo Ella.
-- “Estoy completamente de acuerdo” respondí, “Es mas, son el tipo de mozos que podes cambiarle veinte veces el plato principal y no se alteran, saben manejar al comensal y se mueven con muchísima seguridad por el salón”.
Open Pilar tiene un staff de mozos que dan paz al comensal, se mueven como sombras aún en un ambiente muy iluminado y tienen la capacidad de solucionar cualquier inconveniente con gracia, efectividad y rapidez; y lo mas importante de todo: son educados.


Fue casualidad que encontraramos un muy buen restaurante, en donde la oferta gastronómica es acorde a la excelente atención, a su impecable ambientación y a sus precios racionales. En lo personal preferiría ir para almorzar en vez de cenar, y lo digo únicamente para poder disfrutar la ambientación.


Recomiendo Open Pilar para cualquier día de la semana. Me quedó pendiente probar los tragos.


El Precio? $112 en total, entre dos personas, sin postre y habiendo pedido un total de 4 bebidas.



Datos Útiles: Teléfono 02322-473723 http://www.openpilar.com




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