Gatti y Asociados

martes, 31 de marzo de 2009

Taco Box

Taco box es un restaurante tipo Tex-Mex que se encuentra sobre Avenida del Libertador 3040 en La Lucila, partido de Vicente López; justo debajo de la Estación Libertador del Tren de la Costa, mano hacia capital.


A las 8 y media de la noche quedaban solo dos lugares disponibles en el pequeñísimo estacionamiento de Taco Box, justo antes de la puerta de entrada. Por suerte aun no fue copado por algún “trapito” extorsionador; y eso de que en la vereda de enfrente hay uno digno de las calles palermitanas. Si van con auto y no hay lugar, les sugiero que lo hagan dentro del estacionamiento del Tren de la Costa, justo en frente. En caso de que el mismo también se encuentre cerrado, estacionen únicamente sobre la diagonal Andrés Ferreyra que es una calle segura y sin problemas. Sobre Roma no estacionen. Al llegar nos abrió la puerta una moza joven que nos ofreció amablemente pasar. Hay dos opciones: boxes y mesas comunes. Obviamente elegimos boxes, son realmente cómodos; éramos 4 personas en la mesa y entramos medio justos de espacio. La lámpara esta en la altura justa para que no moleste a la vista (y eso que yo soy alto).


Se acerco otra moza (la otra quedo parada al lado de la puerta cual soldado prusiano) y nos comento el orden empleado por la casa. A cada mesa se le acercan una lista platos y bebidas en donde el comensal anota con un lápiz un “tick” señalando lo que desea. Lo mismo con las bebidas. Obviamente terminamos llamando a la moza que no explico cada opción del “menú” e hicimos como si no existiera ese listin con el lápiz. La moza nos pregunto nuestros gustos y nos recomendó pedir un Taco Set, una Botana y unos nachos. Mucho no entendimos y confiamos en su sabiduría; si bien los restaurantes mexicanos tienen todos lo mismo, hay variaciones y diferencias, especialmente cuando estamos en uno que sirve comida mexicana “al estilo americano”, es por eso que es Tex-Mex. Para tomar se pidió 2 Caipiroskas y dos aguas sin gas


Sin más vueltas y luego de hacer el pedido de manera rápida los detalles empezaron a aparecer. La iluminación me encanto, es lo que predomina; el color amarillo de los faroles junto con las paredes de ladrillos hacen un conjunto agradable, como la oscuridad que hay en un bar irlandés, de colores ocres resaltados por la mesa y sillas de madera. Las vitrinas con vinos generalmente de disgustan, pero en este caso quedan perfectas. Además, el farol que iluminaba el box dejaba concentrarnos en nosotros y no en el resto de lugar, haciéndonos sentir privados y solos. Se notan unos tonos dorados de bronce y en el fondo la barra con la cocina generan un caos agradable. Si bien es un restaurante mexicano, me sentí cenando en un agradable y oscuro bar ingles. Mientras seguíamos esperando la comida, note que el ventanal da un espacio necesario, sin dejar de ser acogedor, es como si el movimiento sin ruido de la avenida acompañara (de alguna extraña manera) la cena. Había gente en el lugar. Note que en la mesa de al lado habían pedido una ensalada cesar; la misma se presentaba con forma circular, como si la hubieran preparado en un molde para tortas y dejaba mostrar una pechuga sin piel grillada. Tenía un aspecto muy apetitoso. Tuve que voluntariamente ponerme a pensar en los aromas del restaurante y note la buena ventilación, lo cual hace que mi cena sea mucho mas apreciable; prefiero la falta de aromas con tal de tener una buena circulación constante de aire. La mesa sigue el sistema americano de madera plastificada sin mantel con los cubiertos envueltos en una gruesa servilleta de algodón.


De pronto dos enormes copones de vidrio translucido aparecieron en la mesa: eran los caipiroskas. Eran realmente grandes… y estaban perfectos, justo como a mi me gustan, bien dulces y ácidos, con limas en abundancia y vodka de buen sabor. No es fácil detectar si un Caipiroska tiene buen vodka ya que las limas y el azúcar pueden esconder a un conocido (y peligroso) Petroff. No se asusten, yo vi un Smirnoff en la preparación.


Cinco minutos más tarde apareció la moza con una llamativa bandeja de madera cubierta por un hierro de fundición muy caliente que sostenía los tacos, este era el Taco Set. La moza estaba en lo correcto, los tacos eran deslumbrantes. Eran 6 en total, de carne y de pollo, con queso de variedades (sentí queso fundido, adler y alguno duro) y sumamente gustosos. Además de ser generosos, la tortilla dura era sumamente especiada, pudiendo distinguir entre la misma y los demás ingredientes. La carne estaba perfecta, el pollo crujiente. También había dentro zanahorias, tomate, lechuga y algún que otro vegetal. El caipiroska acompañaba de maravillas. La verdad que el Taco Set es algo para repetir, me encanto, bien gustoso, generoso, liviano pero al mismo tiempo cargado, ideal para comer después de un día largo en medio de la semana bien dispuestos a lo “finger food”. Siguió la Botana con lo mismo formato de presentación, solo que mas pequeño y con el hierro aun mas caliente. La misma es como una variedad de quesos envueltos en masas de trigo blandas, burritos y las infaltables quesadillas. Es algo agradable pero muy pesado al estomago, no tan llamativo en aspecto y gusto como el Taco Set y de menor cantidad de lo que uno cree. Me llamo la atención que pusieron en la Botana medio maíz (choclo); le dio un toque diferente e interesante. Los Nachos son realmente novedosos, se separan del clásico concepto americano y son para disfrutar, bien crujientes con opción de fritos y al horno. El queso acido es increíble, las salsas también. Lo bueno de esta comida es que se puede comer y poder tener una conversación en el medio; la comida con manos prescinde de cierto protocolo.


A todo esto las caipiroskas empezaban a tomar efecto. Recomiendo prudencia con los tragos si van a manejar ya que las caipiroskas eran muy ricas, muy grandes y de muy fácil tomar. Taco box da también la opción de hacer de drink stop, ya que esta en un lugar de transito desde la capital al conurbano.


Apenas terminados de comer se acerco la moza y nos retiro los platos al instante, dejándonos lugar para explayarnos y charlar un rato mas. En ningún momento nos sentimos apurados a ni molestados por dejar la mesa, todo lo contrario, la comodidad fue algo realmente intencionado por la casa, incentivando a dejar una generosa propina; no atendieron simple pero bien, la comida es bien sabrosa con gustos diferentes a los de “entrecasa” y termine cediendo el volante del auto ante el gran trago ingerido. Eso si, no hay tarjetas. Definitivamente vuelvo a Taco Box, si se sabe bien que ordenar, es una opción de $40 (o menos) con bebida incluida.


Precio? $148 entre los cuatro. Tengan en cuenta que pedimos tres platos y dos tragos entre las bebidas, que en si son baratos por la calidad y cantidad, en cualquier otro lado salen el doble.


Datos Útiles: teléfono 4711-7415 http://www.tacobox.com.ar



fotos by http://www.tacobox.com.ar/taco-box.html

lunes, 30 de marzo de 2009

Amore Mio

Amore Mio es uno de los restaurantes que se encuentran en el Edificio Bureau Pilar, a la altura del kilómetro 49,5 de la Autopista Panamericana; en la salida del Sheraton (la anterior a Jumbo y los Cines Village), a 50 metros de la panamericana de la mano que va hacia Pilar y detrás del hipermercado Diarco.



Llegamos a las 9 de la noche al Bureau Pilar y ya había unos cuantos autos. Luego de estacionar y ver la concurrencia de los restaurantes que teníamos frente a nosotros, nos decidimos por la única mesa afuera para dos que no estaba reservada; previamente señalada por una encargada vestida de negro, de titubeantes gestos y fuerte vozarrón. La primera sensación al sentarme en la mesa fue reconfortante, ya que el lugar por fuera es muy amplio y deja correr una interesante brisa que hace olvidar los 32º y la baja presión atmosférica; el ruido a los autos de la panamericana ya no se sienten.



Se acerco un mozo bajito y de anteojos que nos explico -- con una tranquilidad y una paz realmente contagiosa— que la casa se especializa en pastas. Con el menú en la mano, nos indica que las pastas ya vienen con una salsa que, si lo deseábamos, podía ser cambiada sin ningún problema por otra ya indicada en el menú; también tomo la molestia de explicar, por incentivo propio, en que tipo de platos eran servidas las comidas, demostrando indirectamente el tipo de comida y su capacidad de la manera mas cortes. Si bien el menú es simple tardamos bastante en decidirnos ya que era nuestra primera vez en Amore Mio. Yo no me podía decidir entre Sorrentinos a la parisienne, Malfattis de espinaca con hongos o ravioles de calabaza a los cuatro quesos, pero termine sucumbiendo por los Sorrentinos “(muy gratinados)” que rezaba el menú. Ella pidió Cuerdas de Guitarra a la Carbonara que no figuran en la carta (comentados por el mozo).



Apenas terminados de ordenar, se acerco un caballero (el encargado) ofreciéndome repelente de mosquitos y la posibilidad de instalar serpentinas debajo de la mesa, lo cual accedí en los dos ofrecimientos ya que los mosquitos estaban arruinándome la salida. Con la mente mas despreocupada por los ataques de los mosquitos y esperando la llegada de la orden, comencé a notar los detalles del lugar. Las luces blancas verticales que están en el borde con el estacionamiento son bastante irritantes a la vista, es recomendable no tenerlas de frente, sino de espaldas o de costado. El resto de la iluminación es acertada, ya que la sensación de amplitud dada por la diferencia de altura entre las mesas y el estacionamiento genera un ambiente muy amplio y relajante, ideal para una noche de verano. Fue un placer encontrar pequeños platos para pan, tan olvidados y tan fundamentales a lo hora de esperar la cena, mientras nos tentábamos con el riquísimo patee con pollo que nos habían traído. Lastima que habían olvidado el cubierto correspondiente y también de resguardar el pan en un envoltorio cerrado, ya que si bien se notaba que eran elaborados en el mismo día, se encontraba bastante duros y degranables. El resto de la mesa no llamaba la atención: la copa de vino fue retirada como debe ser ante el pedido de agua, la vela que se encontraba en la mesa jamás fue prendida y la mantelería de tela sintética no generaba ninguna atención. Mientras notaba lo anterior, el encargado que me había ofrecido el repelente, estaba situando serpentinas en el lugar con la perfecta dedicación para que no fueran notadas; las mismas usaban media papa de soporte, lo cual me pareció completamente ingenioso. Puede haber gente que le resulte poco correcto utilizar papas para dicho propósito, a mi me resulto cómico, divertido y eficaz.



De pronto regreso el mozo con los platos. Las Cuerdas de Guitarra estaban servidas en un plato circular y a simple vista se notaba el queso fundido en la salsa. Acompañadas de una pequeña cantidad de laminas de cebollas y un tomate cherry, la comensal sonrió ante el primer bocado y noto lo fresco de las pastas y la gran cantidad de condimentos. Me ofreció probarlo y realmente tenía razón, era como si la clásica salsa carbonara hubiera sido hecha mas liquida y fundida con quesos duros, servida a gran temperatura y uniéndose con los fideos mientras se enfriaba ligeramente (y necesariamente) en el trayecto a la mesa. Conozco ese tipo de salsa, la textura es fundamental y realmente cumplía con las expectativas. En mi plato oval estaban los Sorrentinos a la Parisienne cubiertos de una gran cantidad de queso duro gratinado. La base de la salsa era idéntica a la de las cuerdas de guitarra, solo con leves cambios aromáticos y los agregados de champiñones, jamón, etc. No me disgusto en absoluto la similitud. También tenia las laminas de cebolla y el tomate cherry. El relleno de Mozarella y Jamón era generoso, el queso era acertado pero no llamaba la atención.


Luego de tiempo de haber terminado de comer, se acerco el mozo a ofrecernos el postre. La variedad es justa y surtida. El Volcán de Chocolate con Helado que trajeron era muy “casero”, simple y cremoso, con la azúcar en la medida media y sin dejos de naranja (por suerte); ideal para un día de antojo por chocolate. Yo opte por el Creme Brulee con frutos rojos. Al mismo casi casi se le quema el caramelo, pero es no impidió de que sea impecable, realmente lo mejor de la noche.



La atención fue excelente. Eso si, el comentario de la noche fue la paz que daba el mozo al hablar y la dedicación con la que trabajaba, a su gran atención le estuvimos muy agradecidos. También al encargado que se apiado de mí ante los mosquitos. La única falla fue las dos veces que se acerca la Maître/encargada vestida de negro solicitar retirarnos una silla. Hubiera sido interesante que las hubieran retirado apenas sentados a la mesa y no en el transcurso de la cena.



Nos retiramos contentos de Amore Mio, es una variante de pastas muy buena ante el monopolio en Pilar del restaurante Fettuccine Mario, especialmente ante el precio final. Las salsas fueron realmente gustosas, especiadas y rebosantes. Habrá que ver otro día, con otro mozo atendiéndonos y frente a otro tipo de plato en un día diferente de la semana.



Precio final? $118 con Club Lanacion.


Datos Utiles: telefono 02322-644253


Fotos by http://www.club.lanacion.com.ar/ficha_establecimiento.asp?idSucursal=2280



fotos by http://www.guiaoleo.com.ar/detail.php?ID=3480