Gatti y Asociados

domingo, 26 de julio de 2009

Deriva

Deriva es un restaurante que queda sobre Dardo Rocha 2290, Martínez, entre las calles Bogota y Caracas, justo enfrente al Hipódromo de San Isidro.


Es inevitable pasar manejando en el auto por Unidad Nacional (o mal llamada Thames) y no voltear la cabeza ante el increíble espacio abierto de Deriva. Si bien no logré ver el nombre del lugar de pasada mientras manejaba, recién a la tercera o cuarta vez que pase me decidí a salirme de la avenida y bordear por Dardo Rocha para tener una imagen mas clara y satisfacer mi curiosidad. Una simple mirada de reojo a 20 kilómetros por hora en al auto bastaron para confirmar que Deriva seria mi próximo restaurante a visitar.


El viernes pasado fue el día elegido para conocer Deriva y como teníamos el auto bastante cargado, siendo 20:30 y con una valija de viaje en el baúl, no dudamos en estacionar frente al restaurante sobre Dardo Rocha en donde tenía la seguridad de que no me sorprendería con algún vidrio roto en mi auto; el “trapito” (como todos los de Dardo Rocha, desde la Panamericana hasta la Avenida Santa Fe) no es extorsionador, es educado y recibe a todos con una sonrisa. Ya estacionado el auto, fue imprescindible frenar sobre la vereda para contemplar la entrada al lugar, el diseño del jardín con sus macetas impecablemente ubicadas jugando con la iluminación, el gran espacio abierto de este stud reciclado y finalmente comprender que Deriva es realmente (y a simple vista) un “multiespacio” como señala su pagina Web. Uno camina despacio cuando entra para observar los costados del lugar y como, lo que fueron boxes para caballos, esperan transformados para albergar un negocio. De pronto aparece el restaurante como una isla en medio de este gigante stud, con vidrios grandes y altos, generando en nosotros unas insistentes ganas de entrar y conocer como seria estar dentro de ese gran cubo vidriado, lleno de luces calidas y ocres frente al frío que resplandecía desde los grandes ventanales.


Apenas entramos, rápidamente pude comprobar que las grandes ventanas no resplandecían el terrible frío que hizo la noche del viernes pasado y estaban perfectamente aisladas termicamente, mientras lograban evitar una separación entre exterior y el interior, como si estuviéramos por comer a la intemperie. También la altura del techo se destaca y el centro de este gran cubo esta tapizado con botellas de vino en reposo, dejando la visual bien cargada ante el vacío que deja el espacio del lugar, realmente un deleite a la vista. Podría decirse que Deriva tiene un diseño de vanguardia excepcional, increíble; tranquilamente podría estar en pleno centro de Berlín.


-- “Es como estar dentro de un render de 3D Studio” pensé en voz alta.
(NOTA DEL AUTOR: 3D Studio es un programa de diseño en tres dimensiones que se usa tanto en arquitectura como en diseño).


A la misma vez que disfrutábamos el lugar esperábamos a que nos recibieran, y al no recibir ni un “hola” o un “buenas noches” de las tres mozas paradas en la entrada (que nos miraron por un momento y se volvieron para seguir charlando), supusimos que “la onda” del lugar es elegir la mesa por cuenta propia. Caminamos por el lugar, despacio, disfrutando de los detalles pequeños de la decoración (que son geniales) y notamos que muchas de las mesas tenían la nota de “RESERVADO”; fue entonces cuando volvimos a mirar a las mozas y a la barra para poder establecer algún tipo de comunicación (por lo menos algún contacto visual) y solo recibimos la mirada atenta de las tres mozas que seguían paradas en donde estaban observándonos como esperando a que nos sentáramos.
-- “Que raro que no venga nadie con tantas mesas ya reservadas ¿Ves alguna que no tenga cartelito?” pregunto Ella.
Dicho y hecho, pasados unos 5 minutos de haber entrado en Deriva, encontramos una mesa sin el aviso.


Justo en el momento en que nos disponemos a ceder fuerza en los ligamentos frontales de las rodillas para sentarnos, se nos acerca al trote una de las mozas. Esta misma, con el tono mas despectivo, desubicado, maleducado y altanero posible, exactamente igual la de una colegiala histérica que aparece en una novela adolescente de canal de aire argentino, nos dice en excesivo volumen:
-- “Esta todo reservado chicos, no hay lugar, esta todo ocupado”
Quedé estupefacto. Miré a Ella y tenía una cara de asombro impresionante. Miramos los dos a la moza y comprobamos que nos observaba con cara de: “¿No entienden lo que les digo?". A la moza solo le faltaba masticar un chicle con la boca abierta mientras nos miraba y ya se completaba el círculo. Al terminar la frase se acerca mas aun a la mesa con intenciones de volver a ordenar lo que nunca habíamos desordenado, tocado o hecho, como si fuéramos a contaminar el cosmos mágico de la mesa mientras nosotros, ya parados, nos mirábamos sin poder modular palabra. Fueron unos 10 segundos de silencio y asombro cuando apareció un caballero con barba, de unos treinta años y con una voz sumamente agradable.
-- “Buenas noches, estamos con todo el restaurante reservado, les pido disculpas pero no tenemos una mesa para darles” dijo el señor mientras la moza miraba con cara de “¿Ven que tengo razón?” El caballero fue una bendición, gracias a Dios apareció en ese momento


Sin poder decir palabras y con asombro nos dirigimos a la puerta, la abrimos nosotros y… nos fuimos


Al caminar unos metros, me preguntó si yo estaba tan nervioso como Ella, a la cual le respondí:
-- “A mi no me molesta que todas las mesas están ocupadas y que me tenga que ir, en absoluto, vinimos sin reserva, es completamente comprensible. Lo que no entiendo es como no hay una recepcionista en al puerta para recibirte, o porque esas tres mozas que nos vieron entrar ni se acercaron a nosotros por lo menos para decir un “hola” o para preguntarnos si teníamos reservación.”
-- “¿Y la moza? Ni que estuviéramos mal vestidos” me volvió a preguntar.
-- “El tono de la moza fue de lo mas asqueroso ¿Qué le pasaba a esa mujer? ¿Estaba teniendo un mal día? No entiendo la necesidad de tratarnos de manera repulsiva, fue insultante ¿Viste como movia los hombros cuando nos hablaba? Lo mas gracioso es que me escucho hablar y parece increíble lo que nos acaba de pasar. Nos acaban de echar como ratas cuando con un poco de educación y sentido común se nos comunicaba la situación de la casa y nos retirábamos con ganas de volver. Es mas, nos quedábamos con la curiosidad!!!”.
-- “La verdad que me siento muy mal, esa moza me dejo con una sensación muy amarga”.


Di media vuelta, entre al restaurante y para el colmo se me acerca una señora rubia presentándose como la recepcionista y me pregunta si tenia reservación.
-- “¿Donde estuvo usted estos últimos veinte minutos?” pregunte ya bastante alterado.
Le conté lo ocurrido, le recomendé hacer algo con esa moza despectiva, deje una tarjeta de CENAR EN BUENOS AIRES recomendándole que ingrese a la página el día domingo y me fui. Estaba demasiado nervioso para mantener una conversación normal.


Nos quedamos muy muy mal, alterados de forma innecesaria. Nosotros vivimos de restaurante en restaurante y nos han pasado un sinfín de situaciones tanto agradables como desastrosas; lo que pasó en Deriva fue como el diseño del lugar: de vanguardia!!! El hecho de que el Gerente o Dueño no puedan controlar a su recepcionista durante 20 minutos en el horario mas importante de la noche y contrate a una moza como la que nos atendió, me genera un terrible rechazo de volver.


No recomiendo ir a Deriva. En lo personal no quiero volver nunca más.


Datos Útiles: 4836-0082/0084 http://www.derivasi.com.ar/



fotos by http://www.lanacion.com.ar/archivo/anexos/fotos/97/341197.jpg



http://www.lanacion.com.ar/archivo/anexos/fotos/59/341159.jpg

jueves, 9 de julio de 2009

Kansas

Kansas es un excelente restaurante de comida norteamericana que queda en Avenida del Libertador 15089, Acassuso, justo a la izquierda de donde desemboca la calle Perú. Hay otra sucursal en Capital Federal, sobre Avenida del libertador 4625 al lado del Hipódromo de Palermo.


Justo a las 8 de la noche empezaron a llegarme los mensajes de texto insistiéndome de ir a comer Kansas… hay veces que un amigo con mucho antojo puede ser increíblemente persistente; anoche fue el perfecto ejemplo. Mensaje va, mensaje viene y obviamente nos decidimos a las 21 horas en San Isidro ya que es bien sabido que en la sucursal del hipódromo la comida es demasiado salada y no tan gustosa como en Zona Norte.


Terminamos llegando un rato antes de las 21 y ya desde el semáforo de Perú Y Libertador se veía un intenso movimiento en la entrada, tanto de autos como de señoras muy pitucas esperando una mesa. Ya conocido con la situación, pase de largo la entrada principal e ingrese por la de la esquina de Ricardo Güiraldes y la avenida, estacionando cómodamente y sin asistencia del Valet Parking. Entramos al restaurante y notamos la clásica congestión de gente que siempre hay en Kansas: mucho ruido, mucho caos y todos esperando una mesa e inclusive haciendo cola para anotarse con la agobiada empleada que repetía y repetía la misma frase.
-- “Hay una hora de demora… Si quiere anotarse en el sector fumador hay mas tiempo de espera”.
No hizo falta para darnos cuenta que la barra era nuestra única opción y oh casualidad dos caballeros se retiraron justo al lado nuestro dejando dos espacios libres listos para ser… ¡arrebatados! Habiéndonos lanzado en lo taburetes ante la mirada incrédula de nuestro reciente vecino en la barra, se nos acerca rápidamente un barman con una carta de tragos y otra de comida dejándonos libres para elegir. Ya sabíamos que íbamos a comer y tomar, pero eso no impidió que veamos la irresistible carta de tragos de Kansas, tan variada e interesante, que invita a leer y releer las opciones disponibles. Se acerco el barman y pedimos unos nachos con chile (o sea con todo) para compartir, junto con la solicitud de salsa Tabasco. De tomar un Absolut Caipirovska y un Negroni (también conocido como Coloradito). Kansas también da otras opciones de elección de comida, como por ejemplo los potatoes skins que son cáscaras de papas al plomo, bien saladas con queso cheddar y trocitos de panceta rostizada encima; los chicken tenders (son escasos pero espectaculares) y el Spinach Dip, que es un dip bien grande de espinaca y queso con una masa crocante para servirse (es Light). He probado todas las opciones de la barra y doy fe que es la mejor comida de bar (finger food) que he comido hasta ahora.


Mire alrededor mió y comprobé otra vez la tertulia de la barra de Kansas. La mayoría son varios grupos de 3 mujeres de unos cuarentilargos, producidas hasta el mas mínimo detalle (con la regla de que siempre hay una con pantalón de cuero) y charlando coquetamente mientras cada una, de forma separada, relojeaba y analizaba a cada hombre sentado en esa barra. Los hombres, también de a grupos y de edades variadas, charlando en voz muy elevada mientras comían, tomaban y emitían frecuentemente unas risotadas carrasposas y divertidas. Por otro lado las infaltables parejitas de jóvenes comiendo de un mismo plato, bien cerca uno del otro y en sumo silencio; y finalmente nosotros, de espaldas al salón principal y charlando tranquilamente. Que despelote de ruido había en esa barra! Un verdadero caos que en realidad provenía de la gente que esperaba para sentarse y no de los comensales que estaban sentados en sus taburetes.


Comenzaron de inmediato con los tragos siendo primero el turno de mi Negroni. Me impresiono como las medidas las hicieron “a ojo”; la velocidad con la que el barman mezclo el campari, el gin y el martini rosso era incomparable con mi propio modo de preparación: el infaltable y necesario medidor, mi paciencia para que las medidas sean las correctas y mi lentitud en el proceso… se me empezaban a caer las lágrimas de vergüenza. El resultado? Un Negroni PERFECTO, con las dos obligatorias rodajas de naranja dentro y una sonrisa de satisfacción por parte de su hacedor. Por el otro lado, el caipirovska no es mucha ciencia, solo que los trozos de cítricos implementados en la preparación eran una mezcla de limón sutil (también conocidos como limoncinhos) con limón común que no generaron ningún problema y resulto un trago impecable, como era de esperarse de la barra de Kansas.


Llegaron los nachos coronados con dos bochas de queso acido en un doble e inmenso plato previamente calentado. Por un lado los conocidos frijoles, por el otro la salsa de tomate y todo cubierto por queso cheddar en una intensa y peligrosa temperatura. Es un plato enorme de 12 centímetros de altura y 25 cm. de diámetro… o sea que ninguno de los dos se queda con hambre y la visual es tan gratificante como el sabor que deja en el paladar. Muchos piensan que es un exceso pero yo no creo que sea así; es una cantidad divertida y exacta para dos personas, dando lugar a falta de protocolo (ojo, los modales jamás se pierden) y posibilidad a una conversación fluida e ininterrumpida. Nosotros pedimos salsa de Tabasco para darle el toque picante, así que si piden los nachos, tanto en las mesas como en la barra, recuerden que tienen esta excelente opción. Es probable que llegue el momento de que las manos ya no den abasto ante el inminente revuelto de ingredientes, así que sugiero que pidan desde un principio un pequeño plato con cubiertos para mantener un poco la dignidad a lo largo de la cena. Los nachos es un plato duradero, como una grande interminable picada que acompaña a más de un trago por persona, es por eso que le recomendé a mí a amigo que probara el Tom Collins de Kansas: El mismo difiere de la ortodoxa preparación y es muy suave, hecho con gin Bombay (un verdadero acierto para una bebida dulce con gin) y agua gasificada (no soda), dos cerezas al fondo y coronado con azúcar.


Como podrán ver, la barra de Kansas es un lugar ameno, bullicioso, interesante y muy cómico, ideal para ir con amigos a relajarse. La atención es impecable y algo realmente tenido en cuenta por la gerencia, lo mismo que la limpieza y el higiene del lugar. También tienen la posibilidad del Happy Hour en donde los precios bajas considerablemente y suele ser hasta las 19:30 horas, depende de la temporada. Los platos de barra son riquísimos y gustosos. Los tragos son espectaculares, yo hice de Kansas mi lugar asegurado para probar nuevos tragos, mezclas alcohólicas y blends.


Precio? $88 pesos en total sin propina


Datos Útiles: Teléfono: 4747-0606 http://www.kansasgrillandbar.com.ar/


fotos by: http://cablemodem.fibertel.com.ar/.../image031.jpg

viernes, 3 de julio de 2009

Pepino

Pepino es un muy conocido restaurante de hamburguesas y panchos que esta sobre Avenida del Libertador 14475 en Martínez, justo en la intersección con la calle Pueyrredón, Partido de San Isidro


Siendo un jueves por la noche había muy poca concurrencia en Pepino, cosa extraña debido a su constante clientela presente a toda hora y todos los días de la semana. Estacionamos sobre Pueyrredón, entre José C. Paz y Libertador, a 50 metros del Restaurante para no tener que dejar el auto sobre la avenida. En realidad Pepino tiene un pequeño y vistoso estacionamiento y había un lugar disponible, pero por costumbre termine en el mismo spot de siempre. Tengan en cuenta de que hay dos trapitos que “manejan” el lugar y a veces (no siempre) se ponen pesados; con un fuerte vozarrón se los ubica y todo vuelve a la paz.


Había mesas afuera pero el frio opacaba las ganas de cenar a la intemperie, por ende entramos y recibimos la clásica esencia en el aire que tiene Pepino: hamburguesas y panchos, marca registrada del lugar. Nadie recibe a los clientes (en realidad no hace falta en un lugar así) y uno se decide por el lugar a gusto propio. Elegimos cenar en la planta baja ya que en la planta superior generalmente se llena de gente muy joven (15 a 18 años) y ruidosa. Una mesa simple nos recibió junto al ventanal que mira a la Avenida Libertador. Se acerco un mozo ofreciendo dos cartas que de nada sirvieron ya que sabíamos de antemano el pedido, 2 promociones de hamburguesa, una sin cebolla, una coca y un agua sin gas. Lo bueno de este restaurante es que, si bien tiene precios altos para el rubro, tiene promociones de hamburguesas y panchos, que incluyen papas fritas y bebida a solo $26 y una calidad en su comida que complace hasta al mas exigente.


Retirado el mozo me dedique a observar la remodelación que realizaron hace unos años ya que las últimas veces que había ido a comer me senté afuera dado el buen clima del verano y no ingrese a conocer. Las mesas siguen la antigua tradición y mismo formato: sin mantel, madera con formica y los pomos de ketchup, mayonesa y savora infaltables para una hamburguesería. Pusieron una gran barra que mira hacia la avenida y conservan el pequeñísimo quiosco al lado de la caja que vende cigarrillos y golosinas (algo realmente muy practico). Los ventanales son grandes y llamativos, el sector sur aun conserva el viejo estilo y el color que generan las paredes con al iluminación logran que me sienta tal cual como cuando iba de chico con mi familia; el espíritu del lugar no se ha perdido.


La comida siempre llega rápido en este restaurante y generalmente a la misma vez que la bebida, presentándose un mozo con todos los platos en una mano y las bebidas en la otra, junto con los vasos largos que debieron ser parte de otro viaje por parte del empleado. Dicho y hecho nos decidimos a cenar. La hamburguesa de Pepino es casera y de un gusto increíble que hasta ahora no ha logrado ser emulado por nadie, no tiene grasa, ni cartílago, ni sólidos de origen indeterminado; y se la presenta en una avanzada cocción. El pan tostado, parecido al pebete pero con forma de figazza, es esponjoso por dentro y con un olor a levadura que deleita. La lechuga y el tomate no son nada del otro mundo, pero la cebolla esta pasada por agua caliente y no hervida, preservando el sabor y eliminando el picor que genera, algo impecable. Las papas… las papas fritas de pepino son ESPECTACULARES, ese es el arma secreta del lugar; si bien son muy grasosas, estan cortadas a mano y bien grandotas, crocantes y en buena cantidad.


Como podrán ver, es razonable la reputación de este restaurante y es comprensible la cantidad de clientes y habitués que tiene, la calidad de su comida es incomparable aun siendo simple y de escasa variedad. Jamás escuche a alguien quejarse de las hamburguesas de Pepino; aquellas personas que sean sensibles con el consumo de carne picada, les recomiendo Pepino ya que la cocción a la que someten la carne es fuerte y efectiva. Para los que quieran pedir un pancho les recomiendo que lo pidan en la promoción y que venga con queso ya que es un plato obligatorio para este tipo de gustos. También hay un salad bar para aquellas personas desdichadas que se encuentren a dieta. Hayq ue destacar de que no cobran cubierto y hacen delivery. Otro dato importante es que si van a comer en las mesas de afuera la atención varia para mal ya que no hay cantidad suficiente de mozos y la atención de los mismos se transforma en nula. Eso si, aun hoy sigo sin poder decidir si la hamburguesa tiene o no anís, si ustedes pueden descubrirlo por favor no duden en contarmelo.


Precio? $52 entre dos personas sin incluir la propina


Datos Útiles: teléfono 4792-2570 y 4733-4460



fotos by: www.elcomercioonline.com.ar/imagenes/004847.jpg