Gatti y Asociados

lunes, 12 de octubre de 2009

Cosecha

Cosecha es un restaurante de comida mediterránea ambientada en un clásico concepto norteamericano. Queda sobre Blanco Encalada 564, San Isidro; justo en la intersección con Sucre y la Colectora de Acceso a Tigre, pegado al San Isidro Club.


Cosecha venía logrando esquivarme hacía ya mucho tiempo de mi ruta gastronómica y ya era hora de pasar a descubrir como era la esquina de Sucre y Blanco Encalada. Cabe destacar que esta esquina ha sido un punto conflictivo para el establecimiento de restaurantes exitosos: muchos han estado en este lugar y sucumbieron ante la falta de clientela, dejando una mala imagen y creando un bastión inalcanzable para el triunfo gastronómico. Sin importar la historia, hicimos anteanoche la reserva para 3 personas y puntualmente ingresamos con el auto por Blanco Encalada. Hay un servicio de Valet Parking el cual pude notar que trabaja muy cuidadosamente en el estacionamiento propio de Cosecha, algo que ya no se ve hoy en día… quizás la próxima vez me anime y entregue mi auto. Al ingresar nos recibió un mozo de aspecto confiado al cual le comentamos de la reserva y, de manera galante, nos acompaño a nuestro box.


Ya sentados se acerco un silencioso mozo con las cartas, preparo la mesa y nos dejo tranquilos para deliberar. Esta vez sí que tardamos en decidirnos, era la primera vez que todos visitábamos Cosecha y la buena organización de la carta dejaba conocer todas las posibilidades a elegir. Pescados, Parrilla, Carnes de Cocina, Aves y muchas elecciones más, en la simpleza lograda de dos carillas y el diseño acabado para descubrir por completo las propuestas del lugar. ¡Atención Restaurantes! El esquema de diseño en la carta de Cosecha es un ejemplo a seguir. De entrada nos decidimos por el Frito Mixto de Mar; de plato principal elegimos Sorrentinos de Mozzarella de Búfala con salsa Romagnola, Medallones de Lomo en Salsa Bourguignone y finalmente Ñoquis de Papa con Salsa de Crema. Las bebidas fueron Aguas y una Coca Cola.


Hecho el pedido y con las bebidas ya en la mesa, comprobé que desde el momento que ingresamos al restaurante es inevitable notar el estilo norteamericano del establecimiento: un mar de boxes de aspecto cómodo, largos pasillos, mesas oscuras de madera brillante con mullidos asientos negros y un techo opaco con dicroicas por doquier. Le faltaban los faroles con fuego y el cartel de neón que reza “OPEN” en la entrada y podría haber pasado por Kansas. La mesa era de una gruesa madera plastificada, sin mantel pero con un plato para pan (siempre agradecido pero que esta vez colisionaba con el estereotipo de la ambientación) y los cubiertos envueltos en la servilleta. Si bien el lugar es bullicioso, la totalidad del techo y algunas partes de las paredes estaban tapizadas de paneles acústicos, al igual que la parte posterior de la mesa, salvaguardando la acústica y proporcionando conversaciones sin elevar la voz. Pero ante tanta influencia norteamericana, nos encontramos en la mesa con una panera llena miñoncitos, pequeños panes en forma de cubo y un dip de queso crema con cebollines que era una maravilla. Es increíble como este tipo de box logra que el comensal se relaje y disfrute de la noche, se lo comprueba con solo mirar alrededor.


Llegó de pronto el Frito Mixto de Mar que fue servido en el centro de la mesa. Tenía un gran dip de salsa tártara y una desproporcionada cantidad de cornalitos, mejillones, algunos calamares en una esquina y una que otra vieyra. Todo absolutamente rebozado y frito. Yo no me esperaba un plato de esta aceitosa magnitud y a simple vista sabia que mi estomago no iba a poder soportar mucho tal fritura. Por suerte del otro lado de la mesa mi amigo no tenía ningún drama ni complejo y disfrutó al máximo del gran plato. Esta gran entrada, si bien es abundante no presenta una interesante degustación ya que los sabores son casi todos iguales (probablemente no fueron freídos de forma separada) y poco se diferencian entre si; a duras penas uno puede darse cuenta si los frutos de mar están frescos frente a al fritura. Esta entrada no es para nada la gran cosa y podría compararse con uno de esos conos de cornalitos que la gente compra durante las vacaciones en la costa atlántica; ni la salsa tártara ni las lechugas en la presentación lograron ocultar lo burdo del plato. Lo increíble: Los calamares estaban mal cortados y no le habían removido la boca al animal, mostrando el pico (muy parecido al pico de un loro) del molusco.


A todo esto la atención era perfecta, los mozos siempre atentos a lo que sucedía en la mesa y siempre dispuestos a atender a los comensales. Esta situación se repetía en todo el restaurante y no era necesario tener el ojo entrenado para darse cuenta; como los boxes creaban largos pasillos, constantemente los mozos iban y venían, controlándolo todo.


Pasada la complicada y severa entrada, llegaron los platos principales. Los medallones de lomo tenían una presentación impecable en un plato triangular de puntas redondeadas, símil a una hoja de alcaucil, con una gran cantidad de hongos junto a dos croquetas de papa en forma de cilindro que cortaban perfectamente el color violáceo de la carne y su salsa de vino… una divertida orquesta de colores y un gran interés por todos los de la mesa. La carne, en su punto justo, conservaba el sabor de la uva dejando de lado el alcohol del vino, mostrando una preparación con cautela e interés por parte del chef; por un momento me pareció sentir nuez moscada, pero no me animaría a confirmarlo. Los Sorrentinos de Mozzarella de Búfala eran ESPECTACULARES, la maza y el relleno junto a la salsa romagnola eran una maravilla, estaban exactamente como a mi me gustan. La maza de los bordes de TODOS los sorrentinos conservaban su estado al dente y su dureza necesaria, la mozzarella se resquebrajaba (demostrando su frescura) por dentro sin dejar hilachas mientras que la salsa de tomate romagnola lograba llevarme bien lejos de Buenos Aires para encontrarme en aquel piccolo ristorante de Gandria en la Suiza Italiana. Que Salsa! Que frescura! Que pasta! Ni por ventura me arriesgaría analizar ni opinar que especias había en la salsa romagnola, simplemente me dediqué a disfrutarla. Mientras degustaba mis sorrentinos, al lado mío estaban los ñoquis con salsa blanca. Estos ñoquis se presentaban en forma prisma sobre una salsa blanca suave y maleable, con una mínima porción de pimienta ya molida junto a una temperatura muy elevada, ideal para disfrutar los ñoquis sin cambios en su salsa blanca. Estos estaban perfectamente frescos, hechos en el día por supuesto.


Podrán ver que los platos principales habían logrado olvidarnos por completo de la problemática entrada y estábamos realmente disfrutando de una buena cena, cómodos en el box, charlando suavemente y olvidándonos del exterior. Esta combinación de situaciones era justamente el marco gastronómico que estaba buscando hacia tiempo y no podría haberse dado sin la asistencia perfecta del servicio de mozos.


Terminada la cena y retirada la mesa, se acerco el mozo con la carta de postres. Pudimos ver las propuestas pero las ganas de charlar superaban la ambición de lo dulce; por ende pedimos la cuenta pero luego de pagar reconocimos que estábamos tan cómodos que terminamos quedándonos 1 hora más en la mesa disfrutando de la noche. Nótese que el restaurante no estaba lleno y en ningún momento insistieron en traernos nuevamente la carta, algo de lo que fuimos muy agradecidos y lo reflejamos en la propina, aun cuando los precios de Cosecha son quizás demasiado elevados.


Igualmente hubo varias cosas que nos sorprendieron. A la hora de pagar se cobraron 9 pesos de cubierto por persona en la factura cuando la mesa no tenia mantel, los cubiertos estaban envueltos en una servilleta de material sintético de muy fino grosor y los platos se apoyaban directamente sobre la mesa, cuando el formato americano prioriza la falta del cobro de cubierto al enfatizar la presentación simple; esto hace de Cosecha el único restaurante que conozco que adhiera el formato norteamericano y cobre cubierto. Otro inconveniente fue la Frito Mixto de Mar; sugiero que retiren ese plato de la carta de manera URGENTE, no puede pasar otro día con la posibilidad de que otro comensal elija ese plato de $54.


Volvería a Cosecha? Absolutamente, debo probar todas las pastas de este restaurante.


Precio? $312


Datos Útiles: 4580-4253 http://www.cosecharestaurant.com.ar






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